- Laura Páez
Viajar para Comer

Es frecuente que personas de distintos sitios del mundo, recorran distancias màs o menos grandes, con el único objetivo de llegar a algún lugar en específico, para comer tal o cual platillo. Muchas veces el antojo nos lleva a la colonia vecina para llegar a aquel puesto de tacos o quesadillas que gozan del reconocimiento de sus clientes; muchas veces incluso, podemos cruzar la ciudad para llegar a un determinado restaurante donde hemos de encontrarnos con una experiencia gastronómica anhelada.
Pero ¿què pasa cuando el deseo de probar nuevas cocinas nos motiva a viajar, ya sea en auto, avión o cualquier otro medio de transporte? Conocer lugares nuevos, incluso regresar a aquellos destinos conocidos, los cuales nos gusta visitar una y otra vez, llevan implícita la experiencia de comer lo que habitualmente no hacemos en nuestros lugares de residencia.
Muchas veces de manera anticipada, pensamos en aquellos alimentos que nos encontraremos al llegar a nuestro destino, lo cual genera una expectativa, incluso, nos motiva a resistir la incomodidad del viaje.
Otras veces, nuestra principal motivación para desplazarnos, es conocer nuevos sabores o regresar a aquellos que nos han cautivado en ocasiones pasadas. Ya luego, como complemento del viaje, estarán las plazas, las catedrales o los sitios históricos. Conocer un lugar a partir de su comida es una experiencia que podría pasar como limitada, sin embargo, conocer un lugar a partir de sus sabores, nos permite conocer a la gente local, los lugares donde se reúnen, sus prácticas cotidianas, incluso podemos también entender su historia y su geografía.
¿Ustedes qué piensan?