- Laura Páez; Leonardo Velázquez
Pozole de Guerrero
La llegada de septiembre en México se traduce en una fiebre de orgullo nacionalista. Las calles se llenan de banderas, adornos y todo tipo de indumentaria tricolor. La euforia de la fiesta nacional se distiende de manera tal, que el sentimiento festivo nos alcanza para todo el mes. Es la ocasión perfecta para saturarnos de las diferentes expresiones de la cultura mexicana. Las verbenas llenan de luces, música de mariachi y antojitos las plazas y explanadas de todo el país.
Al interior de las casas, las familias nos reunimos alrededor de la mesa, donde comemos para sentirnos mexicanos, para celebrar que lo somos. Frecuentemente, el protagonista y principal símbolo de la fiesta, es el pozole.
Es un hecho que existen diferentes símbolos de “lo mexicano” y comida mexicana para mostrarnos al mundo; pero el pozole es, seguramente, uno de los elementos más arraigados a nuestra cultura, de manera que fomenta la unidad nacional.
El pozole es una preparación que se realiza históricamente en nuestro país, en diferentes regiones. A la preparación básica de maíz y agua se le añaden ingredientes locales que logran platillos distintos, característicos de cada región del país.
Al pensar en pozole, es probable que inmediatamente venga a la mente la imagen de un buen plato de pozole rojo, colmado de lechuga y rábanos, acompañado de tostadas y crema. El pozole rojo, de origen jalisciense, es quizá la versión más popular.
Sin embargo, el pozole de Guerrero es una preparación que merece una mención aparte. Sea de la montaña o de la costa, el pozole se come verde o blanco, se acompaña de chicharrón seco, aguacate, chalupas y se condimenta con cebolla, orégano y lima.
Preparar pozole al estilo tradicional guerrerense requiere cerca de 48 horas, el maíz requiere una cocción larga; las mujeres encargadas de cocinarlo, lo “velan”, esto significa que durante toda la noche estarán pendientes de la preparación para cuidar de la cocción: que tenga el agua suficiente, darle sus vueltas para que su cocción sea uniforme y verificar su contenido exacto de sal. Después, se le agrega la carne, tradicionalmente de cerdo; y en su caso, para el pozole verde, la pasta hecha con condimentos naturales que aportan ese color y sabor característico.
Según me explica Yoalli (una mujer de origen guerrerense, dedicada a cuidar el negocio familiar que, durante casi 60 años, ha dado identidad a su familia), en Guerrero, los jueves son pozoleros y los domingos en Chilapa, desde primera hora por la mañana, empieza el ritual pozolero, el cual inicia con tres mezcales “para calentar el cuerpo”, enseguida vendrá el pozole; para hacerlo un alimento más completo, se le puede agregar sardina o huevo.
Para la comunidad guerrerense en la Ciudad de México, el pozole es también un pretexto para mantener un vínculo con su lugar de origen. Casa Licha, se ha vuelto un punto de reunión para guerrerenses nostálgicos que buscan mitigan un poco la añoranza por su lugar de origen.
En este lugar, es visible cómo el pozole se mezcla con otras expresiones de la cultura de Guerrero, están presentes las máscaras de jaguar y tigre de los Tlacololeros; y está presente la gente de Chilapa con todos sus recuerdos. Entre todos, van recuperando un poco de lo que dejaron al salir de su Estado. Al mismo tiempo, van compartiendo con propios y extraños, un poco de su gastronomía de origen.

Casa Licha Pozole
Sur 69 A #513 Colonia Justo Sierra Sábados de 9 a 21:00 Domingo de 9:00 a 19:00 Teléfono: 55391325