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  • Texto Enrique Guzmán

La Gastronomía Mexicana en la alfombra roja


En la 90 edición de la ceremonia de los premios Óscar, celebrada en marzo de este año en el Dolby Theatre de Los Ángeles, Guillermo del Toro se hizo merecedor de las dos estatuillas a la mejor dirección y mejor película por The Shape of Water (2017). Sin embargo, más allá del éxito personal del director mexicano, la gastronomía popular nacional también estuvo presente en la alfombra roja gracias al concurso, y merecido premio al mejor filme de animación, de Coco (2017), colorida producción de la firma californiana Pixar Animation Studios inspirada en la festividad del Día de Muertos.


Si el lector aún no ha tenido ocasión de disfrutar de este entrañable homenaje al patrimonio inmaterial de México, concédase el placer. No lo lamentará. La experiencia visual resulta muy placentera y la representación en la gran pantalla de la riquísima (tanto en variedad como en sabor) cultura gastronómica mexicana es una deliciosa sorpresa, tanto que constituye un protagonista no acreditado de la película. A buen seguro, muchos de los seguidores de "El Tianguis" podrán reconocer en las escenas de Coco, ya sea en primer o segundo plano, una generosa representación de la tradición popular culinaria de todos los rincones del país, algo que los propios responsables del filme reconocen como una de las principales inspiraciones del proyecto.


En las casas, plazas, calles y mercados de Coco, e incluso más allá de la realidad, los personajes comparten y disfrutan de platos y comidas tradicionales, dulces y salados, que junto a la música, los alebrijes, las ofrendas florales y el recuerdo de los seres queridos conforman la festividad nacional más importante. De este modo, en la gran pantalla resultan reconocibles algunos ejemplos del costumbrismo gastronómico como los tacos, el atole, el pozole, tamales diversos y sopas, como la tarasca, así como bebidas tradicionales autóctonas más allá del mundialmente reconocible tequila. Seguramente, con razón, muchos mexicanos serán de la opinión de que Coco muestra una imagen demasiado estereotipada de la cultura mexicana, cargada de clichés y lugares comunes acerca del patrimonio inmaterial del país.


Si usted es de esta opinión, o si simplemente el cine de animación no es su plato predilecto, recuerde que siempre puede rescatar y volver a visionar la maravillosa Como agua para chocolate (1992), o en su defecto leer la novela homónima de Laura Esquivel en la que se inspira. Este clásico del cine mexicano es un homenaje rotundo a los sabores, esencias, manjares y técnicas que conforman la centenaria tradición culinaria del país y que la hicieron merecedora en 2010 del reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Enrique Guzmán

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