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  • Laura Páez; Foto: Jesús Almazán

Dale, dale, dale...




Entrar a una tienda de piñatas, es una experiencia verdaderamente fantástica. Es emocionante encontrarse rodeado de todo tipo personajes, todos inmóviles, pareciera que observan desde su sitio, esperando a ser elegidos. Es una escena casi cinematográfica que podría bien describirse como parte del surrealismo mexicano. Solo entre piñatas se podría ver a la princesa de un cuento infantil junto a una bailarina con poca ropa, o a un personaje de la historia del arte mexicano, junto a una malvada bruja; o encontrarse frente a decenas de carritos rojos, todos iguales, pero no idénticos. Ahí comprendí la dificultad ante la cual se encuentra un niño al momento de elegir “La Piñata” para su fiesta.


Elegir una piñata se vuelve toda una travesía que en ocasiones toma más de una visita al almacén de tales artesanías. Para muchas familias, ir por la piñata se ha vuelto una tradición familiar, a la que asisten año con año padres, abuelos, tíos, hermanos, primos y por supuesto el festejado.


En realidad, un niño sabe que su fiesta ha llegado cuando se encuentra frente a su piñata, en ella deposita la ilusión con la que durante todo un año ha esperado por su cumpleaños. La piñata es entonces el gran símbolo de la fiesta y la expresión de la importancia que tiene la colectividad para los mexicanos, algo que se aprende desde pequeño; las piñatas se llenan de golosinas y pequeños obsequios que, al romperse, caerán como lluvia. La piñata se rompe entre todos, pero cada niño debe conseguir su propia recompensa al momento de la lluvia de golosinas. Lo cual, a mí me parece toda una metáfora de la vida.


Las piñatas son un trabajo artesanal excepcional y una de las cosas más bellas que México le ha dado al mundo. Son una expresión muy clara del carácter de los mexicanos, tenemos un espíritu festivo y ganas de compartir con gente querida.


Aunque son una artesanía mexicana, las piñatas son una especie de conexión con el mundo global; representan personajes de caricaturas o películas de las grandes productoras mundiales, aunque hay clásicos de la cultura mexicana como la estrella o el burro que siguen siendo populares a la hora “romper la piñata”.


Los adultos hemos aprendido a escuchar al niño que llevamos dentro, cada vez es más frecuente que la edad no sea un obstáculo para disfrutar de una piñata. Incluso hay quienes reconocen su valor artístico, por lo que deciden adquirirlas como objetos decorativos, tal como se haría con cualquier otra artesanía.

¿A ustedes les gustan las piñatas?

Agradezco el Sr. Marcial, por mostrarnos el mundo colorido y fantástico de las piñatas.

Galery Fiesta

Melchor Ocampo N° 342-A

Col. Cuauhtémoc, CDMX

55 14 4829

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