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  • Texto: Natalia P.; Foto: Ariel Ojeda.

La mujer y la alimentación desde Pedro Páramo


A través de la mirada de un hombre llamado Juan Preciado, el escritor mexicano Juan Rulfo describe un pueblo abandonado, en donde el pasado se presenta de manera fantasmagórica. Parecería que la vida de los habitantes transcurre en un universo paralelo que por momentos coincide con la realidad del personaje.


Juan llega a Comala para conocer a su padre Pedro Páramo. Doloritas, su madre, le ha dicho antes de morir que lo busque y que exija lo que nunca les dio. En el camino Juan encuentra a un arriero que le indica cómo llegar a su destino, resulta que también es hijo de Pedro Páramo.


Juan lleva consigo el retrato de su madre que encontró en una cazuela llena de yerbas, con la madre presente en el recuerdo recorre Comala. En esta historia es la madre un punto de partida, del mismo modo ocurre en la vida de todos los individuos. La presencia de la madre, aún en ausencia, es un referente del papel que esta desempeña en una sociedad. Sin Doloritas el desarrollo de la historia de Pedro Páramo sería distinto. Es a partir de la importancia de una mujer, la madre de Juan Preciado, dentro de esta historia que inicio mi reflexión.


Desde las primeras civilizaciones la mujer ocupa un lugar fundamental para el desarrollo de la sociedad. Aún cuando el hombre era cazador, la mujer salvaguardaba a la especie facilitando el alimento; de hecho en otras especies animales la hembra es quien provee alimento y con ello garantiza la supervivencia. Es evidente que los esquemas sociales se han modificado, a principio del siglo pasado la mujer se mantenía en casa, al cuidado de los hijos, el hombre gastaba el ingreso en resaltar su posición masculina. Actualmente las mujeres estudian, trabajan y la maternidad es una opción. Sin embargo, la mujer sigue siendo un referente para la construcción de la personalidad del individuo, en ello, la alimentación juega un papel fundamental, desde el amamantar al bebé hasta los alimentos que de mayor se le ofrecen. Alimentar adquiere un significado de seguridad, de protección, de cuidado e inevitablemente esto se refleja en las acciones de quienes integran la sociedad. El cuidado que se recibe en casa determina la autopercepción de los individuos y en la forma en la que interactúa con los otros.


En el texto de Juan Rulfo encontramos una analogía con la sociedad, Doloritas representaría el matriarcado, los usos y costumbres de un pueblo, de una sociedad viva; en oposición a Comala, pueblo bajo el dominio de un casique, Pedro Pàramo, pueblo muerto que mantiene la pena de los que vivieron ahì, es un pueblo desierto en donde solo se escuchan los lamentos. Actualmente la figura simbólica de Doloritas se manifiesta en nuestra sociedad, en una madre soltera que trabaja, cocina y juega con los hijos; en una madre que busca las mejores oportunidades para ella y sus hijos encontrando la dificultad que significa encontrarse a Pedro Pàramo en todos los aspectos negativos de un país que aún conserva el cimiento de la desigualdad, de la injusticia y de la cosificación de la mujer.


El maíz, alimento base de nuestra sociedad recuerda con su color la importancia de la igualdad entre individuos, esta se construye de la misma manera que se desgrana la mazorca del maíz para cocinar, con dedicación, con precaución, incluyendo y no excluyendo cada grano de maíz; con la convicción de estar creando una obra de arte, con la consciencia de que alimentar no es sólo satisfacer un instinto, con pasión por la vida, exigiendo a la vida y a uno mismo lo que nos corresponde, no más no menos, tal como Doloritas dijo a su hijo Juan Preciado: “No vayas a pedirle nada, exígele lo nuestro!”

Natalia P.

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