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  • Texto: Laura Páez; Foto: Ariel Ojeda.

Compartir más que tortas

Para Fabiola, Constanza, Gabriela y cada una de las personas que atraviesan por un momento doloroso.



Tras el dolor causado por las tragedias que hemos vivido en días recientes en México, los mexicanos salieron a las calles casi de manera instintiva, a compartir agua y alimentos.


No hay un acto más simbólico que el acto de compartir el alimento. Ya lo dijo mi colega y amiga la Dra. Liliana Martínez Lomelí, en su columna semanal Punto y Coma: "La comida es vehículo y símbolo de solidaridad."


Ante tal observación, yo agregaría que detrás de aquella actividad, que podría parecer cotidiana, existe una de las formas más elementales de expresar amor, de transmitir seguridad y proporcionar protección. Ese amor y cuidado está presente cuando una madre alimenta a su pequeño hijo. En el acto, el bebé sacia sus necesidades primarias, pero también sabe que no está solo, que alguien lo cuida, lo protege y le hace sentir amado.


El martes 19 de septiembre, fui testigo de un desbordamiento de alimentos que llevaba implícita una carga de diferentes emociones. Los centros de acopio, campamentos y refugios, pedían detener las donaciones de alimentos preparados, debido a los grandes excedentes de los mismos.


Esa noche, vi a la mujer vendedora de pan, café y tamales, caminando entre la multitud en medio de la obscuridad, cargando su canasta de pan, para regalar entre los voluntarios que ahí estaban, lo que cualquier otra noche sería su mercancía, su medio de subsistencia. Conocí también a la mujer que vació su alacena para poder entregar latas de atún y algunas bolsas de sopa, en un centro de acopio. Vi a tantos y tantos ciudadanos ofreciendo tortas, sándwiches, pan o cualquier otro alimento a quienes encontraban a su paso. Más allá de las tortas, los mexicanos regalaron afecto y protección, tratando de mitigar un poco el sufrimiento en un desbordamiento de cariño y solidaridad.


Lo anterior llama la atención porque precisamente días previos a tal suceso, recibí comentarios relacionados con la idea de compartir los alimentos con aquellas personas por quienes más afecto sentimos. Así que termino con esta reflexión: la comida es también una expresión de afecto, el más primario y elemental. Compartir comida, puede ser equivalente a un abrazo reconfortante.

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